Agua y aire se necesitan para que una semilla nos regale vida. Con un par de días de espera y un mínimo trabajo, cualquier persona puede proveerse de alimento de primera a muy bajo costo.
Los brotes de semillas o germinados mejoran nuestro nivel de vida con sus inimaginables propiedades. Son un remedio natural para todo lo que necesita el cuerpo humano.
Una alimentación que tenga a los brotes a la cabeza de la pirámide, logrará en el sujeto un sistema inmunológico en continuo perfeccionamiento y siempre alerta; depurará todos los fluídos vitales y eliminará los perjudiciales cada vez con más velocidad.
Los brotes ayudan a la reactivación de órganos bloqueados y reducen al mínimo el esfuerzo del cuerpo ayudándolo con sus enzimas a trabajar de manera correcta. En este esquema, un cuerpo pleno multiplica las virtudes y la potencialidad de una persona sin límites.
Se trata de un alimento rico en todos sus aspectos y 10 veces más barato que cualquiera de los que nos propone la industria que dice alimentarnos. Es bueno para embarazadas, futuras embarazadas, madres, abuelas y bisabuelas. Es útil para deportistas, para personas que exigen su mente, para quien busca armonía interior; es lo mejor para niños pequeños, medianos y grandes... Tonifican el sistema nervioso, rebajan el índice de colesterol malo y están recomendados en caso de raquitismo, escorbuto, anemia, descalcificación, diabetes y problemas de la piel.
Cuando las semillas germinan su contenido nutricional aumenta notablemente. En cuanto la semilla entra en contacto con el agua, el oxígeno y la temperatura ambiente que necesita, comienza una transformación maravillosa que el hombre debería festejar a diario.
El contacto con el agua duplica el volumen de la semilla, esto revienta la cáscara y da paso al proceso de enriquecimiento nutricional y energético del grano. Las enzimas se activan y provocan algunas transformaciones fundamentales:
- Las sustancias de reserva son predigeridas y se transforman en ácidos aminados imprescindibles para el ser humano. Las proteínas de la semilla se incrementan, se simplifican y se tornan más asimilables para el organismo.
- Se sintetizan e incrementan las vitaminas y los fermentos.
- El calcio, fósforo, hierro, potasio y magnesio se multiplican; quien desconoce la necesidad de las sales minerales seguramente no puede disfrutar a pleno de su cuerpo.
- Las grasas se transforman en ácidos grasos y el almidón en maltosa y dextrina, azúcares más simples que exigen menos esfuerzo al aparato digestivo. La digestión es un proceso importante para el cuerpo; requiere de mucha sangre y reduce capacidades al extremo.
- Se forma la clorofila, que funciona estructuralmente como la hemoglobina, al igual que ella lleva oxígeno a las células y es un buen agente desintoxicante y regenerador del organismo. Una vez en la sangre la clorofila activa el metabolismo celular, mejora las defensas, resistencia y capacidad regeneradora de las células así como su respiración; potencia los procesos naturales de curación, depura la sangre, frena las infecciones y equilibra la relación ácido-base en el organismo.
- Se descomponen los ácidos y las toxinas que la semilla usa naturalmente para su defensa.
La presencia de agua, que puede ser de un 5 al 12% en la semilla, crece hasta un 70% en el germinado ( con 3 cucharadas de semilla puede obtenerse casi un litro de brotes o germinados). - Las semillas germinadas pueden aumentan su peso un 600% y su volumen un 2.900%. Lo mismo ocurre con sus aportes de nutrientes. En la soja germinada el contenido de vitamina A y carotenos se duplica en 2 días, alcanza el 280% a las 54 horas y llega al 370% de su cantidad inicial en apenas 72. La vitamina C contenida en el trigo aumenta un 600% en los primeros días de germinación y su vitamina E se triplica en cuatro días. De un kilo de granos secos de porotos mung se pueden lograr hasta 8 kilos de brotes.
Entonces, sumando virtudes, beneficios y placer, el cultivo de brotes y germinados nos abre la puerta al conocimiento real de lo que comemos.
El envasado de alimentos no nos permite evaluar con seguridad lo que ingerimos; las industrias no se preocupan mucho por alimentarnos. A lo sumo tratan de cumplir los requisitos para no matarnos de golpe, pero eso no habla de calidad. Creando nuestros alimentos nos aseguramos que estén libres de pesticidas, insecticidas y cualquier otro elemento perjudicial para el organismo o que no necesitemos consumir.
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